Novena al Padre Pío

Rezamos la novena al Padre Pío

Oración introductoria para cada día
Has venido a visitarme como Padre y como amigo. Jesús no me dejes solo. Señor, ¡quédate conmigo!
Soy un peregrino, sin rumbo en un mundo envuelto en tinieblas. Dame tu luz y tu gracia. Señor,
¡quédate conmigo!
Señor, en este momento precioso, me abrazo a ti.
Que esta unión dure para siempre. Señor, ¡quédate conmigo!
Acompáñame a lo largo de mi vida; necesito tu presencia. Sin ti no soy nada y caigo. Señor, ¡quédate conmigo!
Llega la noche y voy corriendo, como un río, hacia el mar profundo de la muerte. Señor, ¡quédate conmigo!
Sé mi fuerza en el sufrimiento y en el gozo, mientras vivo y en la hora en que moriré en tus brazos. Señor, ¡quédate conmigo!

I Primer Día

  • Oh glorioso y santo Padre Pío, estamos a tus pies, vuelve a nosotros tu mirada. Somos tus devotos; hemos admirado tu vida, seguido tus pasos y experimentado el poder de tu intercesión. Durante tu vida en esta tierra, una multitud de gente llegaba cada día a San Giovanni Rotondo para verte, contemplar tu fe, recibir el perdón a través de tu palabra, escuchar tus enseñanzas y pedir tu intercesión. Con ese mismo amor, y conscientes del maravilloso poder que tiene ante Dios tu oración, venimos hoy a tus pies.
  • Ruega por nosotros. Nos encomendamos a ti con la certeza de que nos obtendrás de Dios las gracias que necesitamos. Las pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  • Intenciones:
  • Para que conceda al mundo y a la Iglesia padres responsables y fieles a la misión que se les ha confiado, Roguemos al Señor.
  • Para que en las familias se cultive el cuidado de la salud, tanto corporal como espiritual, de cada uno de sus miembros, Roguemos al Señor.

II Segundo Día

  • Oh glorioso Padre Pío, desde niño te ofreciste a Dios como instrumento de reparación. Tu familioa era pobre y en ella comenzaste a crecer en edad, en sabiduría y en bondad. Tu padre, soñando un futuro mejor, viajó a Argentina y tú, que dijiste un día: “Mi padre se marchó lejos de su mujer y de sus hijos para conseguir para todos algo que comer”, reconociste la valentía de este gesto. Tu madre, ayudada por sus hijos, se dedicaba por entero al trabajo de los campos para que nada os faltara. Tenemos el testimonio que tú mismo nos has dejado y que nos sirve de enseñanza:
    “Desde la más tierna infancia trabajamos con empeño… El pan sabía atrabajo… Amábamos a nuestros padres… Junto a ella luchábamos la gran batalla de la vida…”.
  • Haz que el Señor nos conceda también a nosotros hijos así: entregados al trabajo, afectuosos, integrados en la familia. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  • Intenciones:
  • Para que las familias sean para los niños escuela e iglesia, Roguemos al Señor.
  • Para que los niños crezcan agradeciendo el amor y la entrega de sus padres, Roguemos al Señor.
  • Para que en las familias brille el amor mutuo y se ore a Dios, sabiendo que la familia que reza unida permanece unida. Roguemos al Señor.

III Día tercero

  • Oh santo padre Pío, tú creciste en una familia profundamente religiosa. Fue tu padre el que un día te llamó junto a sí y te hizo esta importante pregunta:
    “Hijo mío, ¿no te gustaría ser religioso o sacerdote?”.
    Leyendo las entrevistas que se hacen a niños y jóvenes sobre su futuro, vemos que no toman en consideración la posibilidad de una vida consagrada.
    Si les preguntamos qué quieren ser de mayores, responden que quieren ser militares, mèdicos, sastres o ingenieros, y la vida religiosa no está entre sus proyectos. ¿Porqué? Sin embargo, el honor más grande que puede recibir una familia es el de tener un hijo a quien Dios ha elegido para consagrarlo para sí como religioso o como sacerdote.
  • Pedimos tu protección para que en la Iglesia surjan abundantes vocaciones y haya siempre muchos santos y religiosos. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  • Intenciones:
  • Para que todos los servicios que prestamos manifiesten nuestra fe en el Evangelio, Roguemos al Señor.
  • Para que sepamos estar cerca de nuestros hermanos pobres y necesitados, Roguemos al Señor.
  • Para que vivamos en actutud de servicio y evangelicemos con el ejemplo y con la palabra, Roguemos al Señor.

IV Cuarto Día

  • Oh Santo Padre Pío, en el convento iniciaste una vida nueva, consciente de todas sus consecuencias. Lo dijiste tú mismo: “Tenía sólo 16 años pero sabía bien lo que tenía que dejar de lado si quería ser un buen religioso… Tenía que dedicarme a conocer mejor las exigencias del estado de vida que voluntariamente había elegido y dejarme compenetrar por la filosofía y la teología. Me esperaba una vida de comunidad, que me pedía un fuerte enriquecimiento espiritual…”. Nadie te había engañado. Tu madre, al dejarte marchar al convento, te había dicho: “Has querido que te acompañe hasta la puerta de tu nueva casa. Ahora, con tus hermanos, vuelve a tu trabajo de siempre. Recuérdame en tus oraciones y no olvides nunca que eres, ante todo, hijo de Dios y de san Francisco. Haz cuando te pidan, porque no tiene sentido alejarse de tus seres queridos si no te da alegría de haber encontrado el verdadero camino de la vida…”. Y así comenzó tu vida como religioso.
  • Intercede ante el Señor para que la Iglesia tenga almas generosas, capaces de dejarlo todo para seguir a Cristo. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  • Intenciones:
  • Para que todos los sacerdotes se sepan y sean testigos de la fe en medio de los hombres, Roguemos al Señor.
  • Para que todos los sacerdotes se mantengan en comunión con el Papa y con los Obispos, Roguemos al Señor.
  • Para que en todo momento ofrezcamos nuestro testimonio de vida fraterna y profética, Roguemos al Señor.

V Quinto Día

  • Oh santo padre Pío, tu vida fue sencilla y nada fácil. Fuiste probado con sufrimientos y tentaciones, y el dolor hizo de tu corazón un sarmiento podado. Evitaste siempre que tu sufrimiento apareciese al exterior y preferiste sufrir y permanecer en silencio. No te importaba verte herido porque sabías que era Dios el que te hería. Sabías bien que aceptar el sufrimiento no significaba ni complacerte en él ni amarlo en sí mismo, sino, más bién, aceptarlo para que él te hiciera humilde, del mismo modo que la tierra deja que el agua del cielo penetre hasta dentro. Así actuaste tú, Padre Pío, y fuiste capaz de ocultar tus sufrimientos con las rosas de la aceptación serena.
  • Enséñanos la actitud auténtica del cristiano ante el dolor, y ayúdanos a dejarle que realice su acción purificadora y misionera. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  • Intenciones:
  • Para que sepamos dar al sufrimiento el sentido cristiano que tiene, Roguemos al Señor.
  • Para que sepamos aceptar con espíritu de fe nuestras enfermedades y las de nuestros hermanos, Roguemos al Señor.
  • Para que sepamos ver el sufrimiento como medio de purificación y de apostolado, Roguemos al Señor.

VI Sexto Día

  • Oh santo Padre Pío, desde niño te ofreciste como víctima por los demás. Dios aceptó tu deseo y allí, en San Giovanni Rotondo, te transformó en “otro Cristo” sufriente. Tú nos has hablado de tus luchas interiores:
    “ ¿Quién llegará a comprender el martirio que sufría en mi interior? El solo recuerdo de aquellas luchas íntimas me congela la sangre en las venas. Escuchaba la voz que me llamaba a obedecerte, Dios mío, pero tus enemigos me teranizaban, me dislocaban los huesos y me retorcían las entrañas…”. Un día aparecieron en tu cuerpo las llagas. Habías deseado ser víctima por todos, por aquellos que se encomendaban a ti y por los que no lo hacían, por los justos y por los pecadores. Al licenciarte del servicio militar, que te permitió conocer tanto mal, te ofreciste por la Iglesia y pediste a Dios que descargara sobre ti su justicia y una misión propiciatoria: quisiste cargar sobre ti el castigo de todos los pecados de los demás.
  • Alcánzanos de Dios la gracia de aceptar los sufrimientos y hacer de ellos una ofrenda de amor. La pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  • Intenciones:
  • Para que el sufrimiento nos lleve a la unión con Cristo, Roguemosal Señor.
  • Para que nos conceda comprender la fuerza trasformadora del dolor aceptado, Roguemos al Señor.
  • Para que nos enseñe a aceptar y a ofrecer los sufrimientos, Roguemos al Señor.

VII Séptimo Día

  • Oh Santo Padre Pío, hombre de fe y de oración las multitudes de ayer y de hoy van a ti; ¿por qué? Ellas ven en ti un hombre de Dios, un hombre de fe, un hombre hecho oración, un hombre de sufrimiento, un crucificado sin cruz…; y permanecen mudos al contemplar tu trascurrir de horas y horas en el coro, ante la cruz y a los pies de Nuestra Señora de las Gracias. Un día te preguntaron qué eras tú para todos aquellos que venían a ti, y tú dijiste de ti mismo: “Entre vosotros soy un ser humano,en el altar una víctima, en el confesonario un juez”. Tu misa era algo maravillosos. La gente se agolpaba en torno al altar y, viéndote trasfigurado por el amor y por el dolor, creía y oraba. En la intensidad del fervor, todo proclamaba que vivías la pasión de Cristo y que te inmolabas con Él. El Papa Pablo VI lo reconoció con estas palabras: “¡Mirad qué fama y qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! ¿Por qué? Perque celebraba la Misa humildemente, confesaba de la mañana a la noche y era un hombre de oración”.
  • Queridísimo Padre Pío, intercede por nosotros ante el Señor para que vivamos nuestra fe como la viviste tú, hagamos de la Misa la fuente y la meta de nuestro fervor, y nuestra vida transcurra en una constante y viva comunión con Él. Se lo pedimos también nosotros, por Jesucristo nuestro Señor.
    Amén.
  • Intenciones:
  • Para que la Misa y la Eucaristía sean fuente y meta de nuestra fe, Roguemos al Señor.
  • Para que, siguiendo el ejemplo del Padre Pío, vivamos en comunión permanente con Dios, Roguemos al Señor.
  • Para que aceptemos con valentía las adversidades que ponen a prueba nuestra fe, Roguemos al Señor.

VIII Octavo Día

  • Oh santo Padre Pío, el dolor es para el cristiano una prueba, una exigencia de la fe y un mal. Dios te eligió como víctima y tú hiciste de tu vida un inmolación y una ofrenda de amor. Tú te ofreciste a Dios para que otros tuviesen la Vida. Cuando pensamos en los otros es cuando comenzamos a ser cristianos. Tu amor te llevaba aahacer presente a Dios entre los hombres, y proclamaste de este modo tu entrega a Él: “Tenemos que amar a los demás porque son imagen visible de Dios, y amarlos como Dios los ama… Si Dios nos ha llenado de dones y nos ha dado la voluntad, no podemos encerrar todo esto en un baúl y no dejar que dé el el fruto que debe producir”. Tu amor a Dios y al hombre te llevó a sufrir con los que sufren. Era imposible eliminar el sufrimiento, pero tú viste que podías aliviarlo y te sentiste urgido a hacerlo. Fue así como nacieron las grandes iniciativas para aliviar el sufrimiento.
  • Queremos aprender de ésta tu gran sensibilidad. Que nunca pasemos indiferentes ante el hermano que sufre. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  • Intenciones:
  • Para que los ancianos y los enfermos reciban de nosotros el afecto que merecen, Roguemos al Señor.
  • Para que manifestemos con obra de caridad hacia el prójimo el amor que tenemos a Dios, Roguemos al Señor.
  • Para que sepamos avivar la esperanza en los enfermos y busquemos el bien de los que sufren, Roguemos al Señor.

IX Noveno Día

  • Oh Santo Padre Pío, crucificado sin cruz; tu existencia estuvo marcada por lo sobrenatural y por lo humanamente inexplicable. Toda tu vida fue una entrega total a Dios y a los hermanos y, como Cristo, pasaste haciendo el bien. Las multitudes corrían a ti, a tus Misas, a tu confesonario, a tus bendiciones, a tus prácticas de devoción de la tarde… y regresaban confortadas y contentas. Hoy continúas siendo nuestro protector ante Dios; y, cada año, millones de personas visitan tu tumba para pedir gracias y para agradecer los milagros que saben han recibido por tu intercesión.
  • Querido Padre Pío, con gran confianza hemos vuelto a ti para pedir tu intercesión y encontrar apoyo. Ruega por nosotros; alcánzanos de Dios todo lo que necesitamos. Lo pedimos también nosotros al Dador de todo bien, por Jesucristo nuestro Señor.
  • Amén.
  • Intenciones:
  • Para que seamos siempre testigos de la fe en medio del mundo, Roguemos al Señor.
  • Para que pasemos nuestra vida amando a Dios y a la Iglesia, Roguemos al Señor.
  • Para que en nuestra sociedad, orgullosa y lanzada a poseer más, seamos testigos de otros valores, como lo fue el Padre Pío, Roguemos al Señor.